Comentario
En Serbia, a lo largo del siglo XIII, la antigua fórmula de la iglesia de Rascia de nave única con bóveda de cañón y cúpula, se había reformado para incorporar elementos tanto bizantinos como del románico occidental. La iglesia de la Madre de Dios de Studenica -fines del siglo XII-, fundada por el Gran Zupan Esteban Neumania, es uno de los ejemplos más representativos; se alinea en una tendencia que culminará en la iglesia monástica de Decani -1327-35-: amplio edificio de cinco naves cubierto con bóvedas de crucería. Aquí la impresión de espacio continuo producida por los edificios bizantinos se convierte en una sucesión de tramos. Excepto la alta cúpula que se eleva sobre una base cúbica y la abundante profusión de frescos, casi todo aquí es occidental: portadas, ventanas, bóvedas nervadas y columnas.
Claro que Decani era sólo una manifestación de la escuela rasciana porque en los reinados de Milutin y Ducan, cuando se convirtió Serbia en el poder dominante de los Balcanes, extendiendo su territorio hasta la Grecia continental, se produjo un acercamiento cultural a Bizancio. Se trajeron constructores y modelos arquitectónicos de los territorios recientemente conquistados y se contrataron magníficos pintores. Las iglesias de la Virgen Ljeciska -1307-, San Jorge de Staro Nagoricino -1312-13- y Gracánica -1318-21- jalonan esta trayectoria.
En la iglesia monástica de Gracánica, se adoptó el modelo de planta de cruz inscrita, con un presbiterio muy profundo y cúpula; se añadió una envoltura auxiliar de espacios dispuestos en tres de sus lados: exonártex, naves laterales y pastaforios, evocando los Santos Apóstoles de Salónica.
La verticalidad domina todas las partes del conjunto; incluso los arcos apuntados que configuran la bóveda de cañón situada bajo la cúpula, acentúan la ilusión ascendente. La cúpula del tramo central se alza a una altura de casi ocho veces su anchura y los esbeltos cimborrios parecen empujados por los distintos frontones. Preocupados por conseguir un acusado efecto ascensional, los arquitectos balcánicos llegarían a resultados muy similares a los de los rusos, aunque trabajasen de forma bastante independiente.
El exterior, con su paramento rico y polícromo, manifiesta haber tenido en cuenta las propuestas que, en este terreno, se hacían en Constantinopla. Con los años se intensificará una decoración más rica y variada en el exterior de las iglesias, que seguirán haciendo uso de la planta de cruz inscrita hasta la llegada de los turcos. Tras la batalla de Kosovo -1389-, la actividad constructora de estas regiones se desplazó hacia el oeste, hacia el valle del Morava.